El uso de los ladrillos como un recurso, además de las
piedras, para construir casas, data de los tiempos de las antiguas
civilizaciones de Babilonia y Egipto. Durante miles de años, los ladrillos se
han fabricado a mano, e incluso una pequeña proporción se produce así
actualmente.
Podemos decir que el ladrillo es un material de uso
universal para construcciones, aun en países donde abunda la piedra, por ser un
material económico, resistente, de fácil manejo y transporte y que, por sus
dimensiones y fácil corte, permite construir muros de espesores variables.
Los ladrillos se
dividen en varias clases: adobes (ladrillo crudo); ladrillo común,
ladrillo-prensado (de máquina), ladrillo hueco y ladrillo refractario.
Adobe: Es un
ladrillo crudo, hecho de tierra arcillosa y secado simplemente al aire libre a
la sombra. Se emplea en países de clima seco y caluroso, por perjudicarlo la
humedad y las heladas. Es el primitivo ladrillo que empleó la humanidad en
lugares carentes de piedra blanda, fácil de labrar. Se ha encontrado esta clase
de material en los antiquísimos monumentos de Judea (Palestina), Egipto y en
las ruinas que se supone pertenecen a la Torre de Babel. También se encontró en
varios antiguos monumentos de Grecia y Roma.
Los edificios, hasta de dos pisos, que cuentan con más de
dos siglos de existencia y se encuentran en buen estado todavía. El tamaño del
adobe es grande, generalmente de unos 40 cm. de largo por unos 20 cm. de ancho
y hasta 10 cm. de espesor.
Esta clase de manpostería es muy económica por ser material
barato y por usar, como mortero, la misma tierra amasada con agua, que ha
servido para fabricar el adobe. Levantadas las paredes, se recubren con revoque
de tierra con parte de arena fina y luego se blanquean con varias manos de cal,
con lo que se obtiene una vista agradable y al mismo tiempo es un protector
contra la humedad.
Las casas construidas de adobe son frescas en verano y
abrigadas en invierno. El espesor mínimo de las paredes externas debe ser del
largo del adobe. El coeficiente de trabajo a la compresión es de 2 Kg/cm2.
Ladrillo común ó de
campo. — Los ladrillos cocidos son una especie de piedras artificiales que
se obtienen exponiéndolos a la acción del fuego, una vez hechos y secados a la
sombra. Su color rojo es debido al óxido de hierro que generalmente se
encuentra en las arcillas o tierras arcillosas, material que se usa para la
fabricación de ellos.
Las tierras arcillosas para la fabricación de los ladrillos
suelen dividirse en dos clases: grasas y margas. Las primeras son bien
plásticas y se prestan para moldear y las segundas son impuras, hasta llegar a
no poder moldearse. Para hacer un buen ladrillo se precisa una tierra arcillosa
ni muy grasa ni, muy magra. En general se elige una arcilla grasa, y se agrega
una pequeña cantidad de arena silícica, pero no calcárea.
Un ladrillero práctico por tacto reconoce las cualidades de
la tierra para este objeto. Si no se tienen datos sobre la plasticidad de la
tierra a emplearse, conviene fabricar algunos ladrillos de ensayo para ver el
resultado.
La tierra se amasa con agua en canchas especiales,
utilizando caballos para tal objeto o con ayuda de máquinas.
El material se contrae mucho (alrededor de 20 %) por la
cocción y, por lo tanto, las adoberas deben ser más grandes que el tamaño
definitivo del ladrillo. Al sacarlos de los moldes, se disponen en hileras, en
la sombra, para secarlos.
La cocción se efectúa en hornos improvisados al aire1 libre,
formados por los mismos ladrillos crudos, dispuestos en forma de pirámides
truncadas, en el interior de las cuales se deja lugar para el combustible.
En la parte superior se deja un orificio para la salida del
humo y otro abajo para la alimentación; el resto de la pirámide se tapa y se
alisa con barro. Los adobes se apilan colocándolos de canto, y entre hilada
cada hilada se pone una capa de carbonilla. Terminada la cocción se desarma el
horno y, una vez enfriados los ladrillos, quedan listos para el uso.
En Uruguay en el departamento de Rivera en el año 2009 abrió
las puertas la primera escuela de ladrilleros. La idea de levantar una escuela es
capacitar en el oficio a las nuevas generaciones y estandarizar la producción.
Desde el punto de vista productivo, la escuela apunta a
capacitar a los ladrilleros, a estandarizar la producción, eliminando
intermediarios y mejorando la gestión y la comercialización. Además, involucra
un proyecto asociativo que ya dio lugar a la primera cooperativa de ladrilleros
de la zona.